Diabetes
Descripción de la enfermedad
La diabetes es una enfermedad autoinmune, donde las células pancreáticas productoras de insulina, son atacadas y destruidas por el propio organismo.
Para poder entenderla, primero tenemos que conocer como funciona un organismo sano.
Imaginaos un edificio, donde todo el vecindario va circulando libremente por las zonas comunes (glucosa), y para que cada uno pueda entrar en su casa (las células), necesitan la llave (insulina).
Cuando el conserje (el páncreas) detecta una elevación de personas circulando sin control, comienza a repartir las llaves (insulina) para que cada uno entre en su casa, y así poder recuperar el equilibrio del edificio.
El edificio debe mantenerse con una circulación de entre 70 y 110 personas, y en las horas puntas, (después de las comidas) se pueden concentrar hasta 140 personas.
Ahora imaginaos que el edificio dispone de dos escaleras (los riñones), y que por ellas solo pueden circular 180 personas.
Si se concentraran más personas, el encargado de mantener las escaleras en orden, acompañaría amablemente el excedente de personas hacia la salida (orina).
En resumen…
La glucosa es necesaria para el correcto funcionamiento del cuerpo humano, pero para que pueda realizar su función, tiene que poder entrar en el interior de las células.
Aquí es donde entra en juego la insulina, que es una de las hormonas fabricadas en el páncreas.
La insulina actúa como una llave, abriendo las puertas de las células, para que la glucosa pueda penetrar en su interior.
Un organismo sano, es capaz de mantener unos niveles de glucosa en sangre entre 70 y 110 mg/dl antes de las comidas, y no más de 140 mg/dl dos horas después de comer.
Para mantenerse dentro de los límites, y poder cubrir los hidratos de carbono ingeridos, el páncreas segrega insulina.
Cuando el páncreas deja de segregar insulina, o esta no puede hacer bien su función, da lugar a lo que conocemos como diabetes.
Durante los periodos de tiempo en los que no se ingiere alimentos, o se consume mucha energía, el organismo utiliza el glucógeno que se encuentra almacenado en el hígado.
En un organismo sano, el páncreas y el hígado se comunican a través de dos hormonas, la insulina (disminuye los niveles de glucosa) y el glucagón (aumenta los niveles de glucosa).
Cuando el páncreas de una persona sin diabetes detecta que la glucosa está disminuyendo, produce glucagón y libera menos insulina.
El glucagón avisa al hígado para que libere una parte de la glucosa almacenada y así evitar que aparezca una hipoglucemia.
Cuando la glucosa vuelva a los niveles normales, el páncreas producirá menos glucagón.
Si el páncreas detecta que la glucosa está subiendo, producirá más insulina y menos glucagón, y a su vez avisa al hígado para que en vez liberar glucosa, la almacene.
En el organismo de una persona con diabetes, el páncreas y el hígado no trabajan conjuntamente, debido a que el páncreas es incapaz de producir insulina.
Si nos inyectáramos más insulina de la necesaria, el páncreas no puede avisar al hígado para que libere la glucosa almacenada, y se podría producir una hipoglucemia.
Si en el organismo no hubiese suficiente insulina, no se podría utilizar la glucosa sanguínea para obtener energía, y entonces se tendría que utilizar las reservas de grasa.
Esto originaria unos productos de desecho, los denominados cuerpos cetónicos, entre los que se encuentra la acetona. Son compuestos ácidos, que se eliminan por la orina y por el aliento, pero si se acumulan en la sangre junto con una cantidad excesiva de glucosa, se produciría la cetoacidosis diabética.
Si se ingiere más hidratos de carbono de los que se necesita, la glucosa que el hígado no puede almacenar, se almacena en forma de grasa.
Tipos de diabetes
Aunque hay varios tipos de diabetes, generalmente se clasifican en:
- Diabetes tipo 1 o insulinodependiente
- Diabetes tipo 2
Diabetes tipo 1
La diabetes tipo 1 suele aparecer en niños y en personas jóvenes. En este tipo de diabetes, el organismo destruye las células beta del páncreas, que son las que producen insulina.
Su tratamiento consiste en inyectarse insulina.
Síntomas de la diabetes tipo 1
Debido a la falta de insulina, los niveles de glucosa en sangre irán aumentando.
La glucosa que circula por la sangre llega a los riñones, los cuales la retiene y la devuelve de nuevo a la sangre. Pero cuando la glucosa es superior a 180 mg/dl, los riñones son incapaces de retenerla, y se empieza a perder por la orina, lo que denominamos glucosuria.
Junto con la glucosa, también se perderá mucha agua y habrá que orinar frecuentemente (poliuria).
Al orinar tanto, se puede producir deshidratación y para evitarlo aparece el síntoma de exceso de sed (polidipsia).
Se disminuye rápidamente de peso y aparece el cansancio, ya que las células no pueden utilizar la glucosa que circula por la sangre.
Se suele tener un hambre excesivo, y por mucho que se coma (polifagia), el organismo nunca se sacia.
La sensación es como si todo lo que comes, en vez de ir a parar al estómago, cayera por un agujero.
Estos síntomas desaparecerán una vez se diagnostique la diabetes, y comience el tratamiento con insulina.
Diabetes tipo 2
En la diabetes tipo 2, el páncreas sí que produce insulina, pero el problema es que no puede hacer bien su función.
En muchas ocasiones, se puede controlar mediante la dieta y el ejercicio, aunque otras veces será necesario tomar antidiabéticos orales. También será necesario el autocontrol y la educación diabetológica.
Puede ocurrir que el páncreas trabaje tanto para controlar los niveles de glucosa, que llegará un día en que se agote y no pueda seguir produciendo insulina.
Entonces la persona que solo necesitaba una pastilla para funcionar, puede que tenga que incluir la insulina en su tratamiento.
Se asocia a la obesidad, y suele aparecer en personas mayores de 40 años. Tiene un gran componente hereditario, por lo que es usual que varios miembros de la familia la desarrollen.
Síntomas de la diabetes tipo 2
Este tipo de diabetes no suele producir síntomas, y se detecta en los análisis de sangre rutinarios.
En otras ocasiones, a medida que va avanzando la enfermedad, puede tener los mismos síntomas que la diabetes tipo 1, como orinar en exceso, hambre y sed exagerados, cansancio y pérdida de peso.
También se puede detectar porque haya aparecido una de las complicaciones asociadas a la diabetes, como pérdida de sensibilidad, microangiopatía diabética, etc.
Índice de sensibilidad
Para el control de la diabetes, a veces es necesario recurrir a “inyecciones extras”.
Ciertas circunstancias como el estrés, enfermedad, hiperglucemias… hacen necesario administrar una dosis de refuerzo.
Para calcular la dosis, se utiliza el factor o índice de sensibilidad, que nos indicará cuánto descenderá la glucemia con cada unidad de insulina suministrada.
Índice de sensibilidad = 1800 / dosis total de insulina al día
Una vez conocemos el factor de sensibilidad, habrá que calcular el bolo corrector, es decir, la dosis necesaria para corregir la hiperglucemia.
Bolo corrector = glucemia actual - glucemia deseada / factor de sensibilidad
Ejemplo:
Nuestra dosis total de insulina rápida son 25 unidades al día.
Primero calcularemos el factor de sensibilidad.
Factor de sensibilidad = 1800 / 25 = 72 mg/dl
Es decir, 1 unidad de insulina rápida, descenderá nuestra glucemia 72 mg/dl
Ahora vamos a calcular el bolo corrector.
Tenemos una glucemia de 270 mg/dl, y queremos estar en 130 mg/dl
Bolo corrector = 270 - 130 / 72 = 1,94
Tendríamos que administrar 1,94 unidades de insulina rápida para llegar a la glucemia deseada.
El factor de sensibilidad suele variar a lo largo del día, y es recomendable calcularlo en cada tramo (desayuno, comida, cena).
Cuanto mayor sea tu factor de sensibilidad, menos insulina necesitarás para las correcciones.
IMPORTANTE
Si la hiperglucemia es excesiva, no conviene que baje más de 100 mg/dl por hora, ya que aumenta el riesgo de edema cerebral.
Si se ha realizado ejercicio antes de la hiperglucemia, o se quiere hacer después, la dosis de insulina extra, deberá ser la mitad.
También hay que tener en cuenta que cuanto más alta es la glucemia, más tiempo tardará en hacer efecto la insulina.
Cuando se inyecta la insulina, no pasa directamente a la sangre, primero se absorbe en el tejido subcutáneo y luego ya llega a la sangre. Dependiendo del tipo de insulina utilizada (rápida o regular) puede tardar entre 5 y 45 minutos en hacer efecto.
Hidratos de carbono
Los hidratos de carbono, glúcidos o azúcares, los podemos encontrar de forma simple o compleja.
Los hidratos de carbono simples, o de absorción rápida, son aquellos que se digieren y pasan rápidamente a la sangre. Entre ellos encontramos la glucosa, fructosa, sacarosa y lactosa.
Para que su absorción sea más lenta, deberían acompañarse de fibra, grasas o proteínas.
Los hidratos de carbono complejos o de absorción lenta, pasan a la sangre de forma más lenta, ya que para poder absorberse, primero se tienen que transformar en hidratos de carbono simples. Los encontramos en las legumbres, las verduras, cereales integrales.
Para poder llevar un buen control de la diabetes, es imprescindible saber contar las raciones de hidratos de carbono que se ingieren.
El contar raciones de hidratos, es la base para poder saber que cantidad de insulina hay que inyectarse, ya que si nos quedamos cortos se producirá una hiperglucemia, y si inyectamos de más, conseguiremos el efecto contrario, una hipoglucemia.
En España, una ración de hidratos de carbono, es la cantidad de alimento que contiene 10 g de hidratos de carbono.
Por ejemplo, si miramos la etiqueta de la información nutricional de la leche, podemos ver que:
Por 100 ml contiene 4,8 g de hidratos de carbono.
Por tanto, si decimos que una ración equivale a 10 g de hidratos de carbono, en 100 ml de leche tendríamos casi media ración de hidratos de carbono.
Si quisiéramos tomar un tazón con 250 ml de leche, lo calculamos mediante una regla de tres.
100 g de leche = 4,8 g de H.C.
250 g de leche = X g de H.C.
X = 250 x 4.8 / 100 = 12 g H.C
Por tanto, en 250 ml de leche hay 12 g de hidratos de carbono, o lo que es lo mismo, 1,2 raciones de hidratos de carbono. Dependiendo de la sensibilidad de cada uno, se puede redondear y decir que 250 ml de leche, equivale a una ración.
La dosis de insulina necesaria, variará dependiendo de cada persona, en función del horario, la actividad realizada, la sensibilidad a la insulina…en primer lugar, será el equipo médico quien facilite esta información, denominada “Ratio insulina / Ración de hidratos de carbono “. Una vez familiarizado con el conteo de hidratos, será el propio paciente quien haga las modificaciones oportunas.
Habrá que calcularlo para cada una de las comidas, ya que las necesidades cambian a lo largo del día.
Por ejemplo, una persona desayuna 4 raciones de hidratos de carbono, se inyecta 2 unidades de insulina rápida y a las 2 horas su glucemia está dentro de los límites deseados.
Se puede decir que la dosis es correcta y su ratio será de 2 unidades de insulina para cubrir 4 raciones (40g) de hidratos de carbono.
Si queremos saber cuanto necesitamos por ración, lo calculamos de la siguiente manera:
2 unidades / 4 raciones = 0,5 unidades por ración.
Sabiendo este dato, no es necesario que cada día se tomen las mismas raciones de hidratos de carbono, lo que permite una mayor flexibilidad para adaptarse a las necesidades individuales.
Índice glucémico y carga glucémica
Índice glucémico.
Conocer el índice glucémico de los alimentos, nos ayudará a tener un mejor control de la diabetes, ya que nos indica cómo de rápido se elevarán los niveles de glucosa en sangre.
Cada alimento, tiene un efecto distinto en la glucemia postprandial (después de las comidas), y aunque lleven la misma cantidad de hidratos de carbono, pueden elevar de forma diferente la glucemia.
En el índice glucémico influye:
- El tipo de hidrato de carbono ingerido (simples o complejos)
- La presencia de grasa y fibra (lo disminuye)
- El método de cocción. Cuanto más cocido esté un alimento, mayor será su índice glucémico.
- Los alimentos triturados y licuados se absorben antes que los alimentos enteros. El índice glucémico será mayor en un zumo, en comparación a comer la fruta entera con piel.

Además del índice glucémico, hay que tener en cuenta la composición del plato, ya que la grasa, proteínas y fibra, influye en su absorción, y por tanto lo modifica.
Carga glucémica.
La carga glucémica es el dato que tiene en cuenta, además del índice glucémico, la cantidad total de hidratos de carbono del alimento.
Si de un alimento con un alto índice glucémico ingerimos poca cantidad, la carga glucémica será inferior, respecto a si ingerimos mayor cantidad.
Se calcula:
Carga Glucémica = Hidratos de Carbono x Índice Glucémico / 100
Por ejemplo 100 g de melón contienen 12,4 g de Hidratos de Carbono y tiene un índice glucémico de 65.
Por lo tanto:
Carga Glucémica = 12,4 x 65 / 100 = 8,06
Aunque el melón tiene un índice glucémico de 65, medio, una ración de 100 g tendrá una carga glucémica de 8,06, que es baja.

UGP (Unidad Grasa-Proteína)
En el control de la glucosa, generalmente se tiene en cuenta las raciones de hidratos de carbono que se consumen. Sin embargo, hay estudios que confirman que los niveles de glucosa son superiores después de comidas ricas en grasas y proteínas, y pueden provocar hiperglucemia hasta 6 horas después de haberlas consumido.
Con este tipo de comidas puede ocurrir (y de hecho ocurre, como pude comprobar personalmente), que al principio estás bien y al poco tiempo de empezar a comer casi tengas una hipoglucemia. A partir de las 2-3 horas, la glucemia empieza a subir y es difícil de controlar incluso con múltiples dosis de insulina, pudiéndose mantener esa situación hasta 6 horas o más tras la ingesta.
Para contabilizarlo, la Sociedad Española de Diabetes (SED) establece que la Unidad Grasa-Proteína (UGP), sea la cantidad de alimento que equivale a 150 kcal.
Para calcularlo hay que tener en cuenta que 1 gramo de grasa son 9 kcal, y 1 gramo de proteína son 4 kcal.
Por ejemplo 200 g de pizza contienen:
20 g de hidratos de carbono (2 raciones de H.C)
15,6 g de proteínas
14,4 g de grasa
Para calcular la UGP:
15,6 g x 4 = 62,4 Kcal
1 UGP = 150 Kcal
62,4 Kcal / 150 Kcal= 0,42 UGP
14,4 g x 9 Kcal = 129,6 Kcal
129,6 Kcal / 150 Kcal = 0,84 UGP
Total UGP = 0,42 + 0,84 = 1,26 UGP
Si nuestro ratio de insulina es de 1 unidad por ración, tendríamos que inyectarnos la dosis correspondiente a los hidratos de carbono, que serían 2 unidades, y 1,26 unidades de insulina para cubrir el aporte de grasas y proteínas.
Los que utilizan bomba de insulina pueden utilizar el bolo normal para inyectar lo correspondiente a los hidratos de carbono, y el bolo expandido en 4-5 horas de duración para la UGP.
Si se utiliza boli, habrá que poner el 70 % antes de comenzar a comer, y el 30 % restante al finalizar.
ANTES DE UTILIZAR ESTOS TIPOS DE BOLOS, O MODIFICAR TU DOSIS DE INSULINA, ES IMPORTANTE QUE LO CONSULTES CON TÚ MÉDICO.
Las grasas y las proteínas, sobre todo se tienen que tener en cuenta:
- Cuando la comida aporte más de 40 g de grasa.
- Cuando se consume más de 75 g de proteínas y no se acompañe de hidratos de
carbono. - En las comidas que contienen más de 30 g de hidratos de carbono y 35 g de proteínas.
Diabetes y ejercicio
Los tres pilares básicos en el tratamiento de la diabetes, son dieta, insulina y ejercicio físico.
Se aconseja como mínimo 30 minutos diarios.
Sus beneficios son:
- Los niveles de glucemia disminuyen durante el ejercicio, e incluso horas después de realizarlo.
- Mejora la sensibilidad a la insulina, y por ello a veces hay que modificar la dosis.
- Aumenta el gasto calórico y el colesterol HDL (bueno).
- Contribuye al buen humor y a la sensación de bienestar.
El ejercicio aumenta las necesidades energéticas, y por ello el organismo utiliza las reservas de energía de músculos, hígado y grasas.
Durante los primeros 30 minutos, se utiliza la glucosa que circula por la sangre y la que se encuentra en los músculos.
A partir de los 30 minutos, se utiliza la glucosa almacenada en el hígado.
Pasados los 60 minutos, la energía se obtiene de las grasas.
Las personas con diabetes deben tener especial cuidado y asegurase de que tienen suficiente insulina activa, ya que si no, se puede producir una hiperglucemia y aparecer cetosis (acetona en sangre).
También puede aparecer hipoglucemia, en caso de que haya un exceso de insulina.
Por ello, para mantener el equilibrio, habrá que programar con antelación la duración del ejercicio y la intensidad, para poder ajustar la dosis de insulina respecto a la alimentación.
Si la glucemia es <100 mg/dl:
- Si el ejercicio es suave, se deberá ingerir 10 g de hidratos de carbono de absorción rápida antes de comenzar, y si es necesario repetir la toma cada 30 minutos.
- Si es moderado, ingerir 20 g de hidratos de carbono de absorción rápida, y no comenzar hasta que la glucemia sea >100 mg/dl. Durante el ejercicio, consumir 20 g de hidratos de carbono de absorción rápida cada 30 minutos.
- Si el ejercicio es intenso, ingerir 15 g de hidratos de carbono de absorción rápida y 15 g de hidratos de carbono de absorción lenta. No comenzar hasta que la glucemia sea >150 mg/dl.
Si la glucemia está entre 100 y 150 mg/dl:
- Si el ejercicio es suave, ingerir 5 g de hidratos de carbono cada 30 minutos.
- Si el ejercicio es moderado, ingerir 10 g de hidratos de carbono cada 30 minutos.
- Si el ejercicio es intenso, ingerir 20 g de hidratos de carbono cada 30 minutos.
Si la glucemia está entre 150 y 200 mg/dl:
- Si el ejercicio es suave o moderado, no es necesario ingerir nada.
- Si el ejercicio es intenso, ingerir 10 g de hidratos de carbono cada 30 minutos.
Si la glucemia está entre 200 y 250 mg/dl:
- Si el ejercicio es suave o moderado, no hace falta ingerir nada. Puede ser necesario una dosis extra de insulina.
- No se recomienda realizar ejercicios intensos, ya que podría aumentar aún más la glucemia.
Si la glucemia es superior a 250 mg/dl, y sobre todo si hay cetonemia, no se recomienda el ejercicio hasta que los valores estén normalizados.
* Las cantidades de hidratos de carbono expuestas son orientativas, ya que a cada persona le afecta de una determinada manera el ejercicio.
Se recomienda llevar un control de ejercicio y alimentación, para que cada uno pueda adaptarlo según sus necesidades
Hay que tener en cuenta, que se puede producir una hipoglucemia entre 4 y 10 horas después de haber finalizado el ejercicio, por lo que es conveniente ir controlando los niveles de glucemia.
Pero, ¿no os preguntáis por qué sucede eso?
Si al comenzar el ejercicio se tiene reservas suficientes de glucógeno, lo normal es que al terminar, la glucemia esté controlada.
Si el ejercicio es más intenso necesitaremos las reservas de glucógeno que tenemos guardadas, y de ese modo, podremos terminar correctamente el ejercicio.
Pero si una vez finalizado, no se come nada, posiblemente tengamos una hipoglucemia, ya que habremos agotado todas las reservas de glucógeno mientras que el cuerpo seguirá consumiendo glucosa.